SINALTRAINAL

Sindicato Nacional de Trabajadores del Sistema Agroalimentario

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Last updateJue, 27 Sep 2018 9am

Audiencia petrolera

Oxy, Repsol, y Bp y la guerra global

1. La Política Imperialista

Mantener precios altos de los combustibles, bajar el nivel de las reservas, reducir impuestos, eliminar barreras administrativas, ofrecer subsidios estatales a los dueños de la industria energética y desregular la actividad energetica para estimular la inversión en hidrocarburos, es la idea central de las políticas de estado asumidas por los grupos de poder que controlan el gobierno de los Estados Unidos. Quieren “crear un entorno más competitivo, buscando eficiencia en el funcionamiento en los mercados”.

Para conseguirlo deben quitar del medio a los enemigos de la desregulación, ambientalistas o ecologistas, a los impulsores del Protocolo de Kyoto , trabajadores, campesinos e indígenas que se oponen a estas políticas y que, de acuerdo con las declaraciones de los neoliberales, “crean restricciones al funcionamiento eficiente de los mercados”, gobernantes nacionalistas y a los revolucionarios que quieren modificar el orden existente y combatir las políticas de los propietarios de las transnacionales. Por ello, estos últimos exigen la eliminación de las restricciones ambientales, “que limitan el procesamiento y refinación de petróleo” y “crean cuellos de botella en la oferta de combustibles”.

Las restricciones existentes en cualquier país del mundo para la exploración, explotación y comercio de los energéticos, por parte de multinacionales, deben ser abolidas para garantizar que fluya el petróleo hacia los Estados Unidos. Incluso las normas ambientales deben ser suspendidas, propuesta aberrante en los Estados Unidos, pues este país, que apenas cuenta con el 5% de la población mundial, produce el 25% de los gases de efecto invernadero.

Para garantizar que esos suministros vitales lleguen es necesario retomar la doctrina Carter, enunciada en enero de 1980, la cual proclama que las fuentes y la infraestructura de producción y abastecimientos de hidrocarburos son de "interés vital" para ese país, por tanto deben ser defendidos "por cualquier medio necesario, incluida la fuerza militar". En esa medida se justifican acciones de invasión en regiones como las del Golfo Pérsico, el Mar Caspio, Asia Central, África Occidental y América Latina, donde lenta pero seguramente, los militares estadounidenses hacen uso de su poderío y se trasforman en el un servicio de protección de las compañías multinacionales que explotan el petróleo global.

Por tanto, la estrategia de asegurar aprovisionamiento de hidrocarburos por los próximos cien años para los gringos, parte de la capacidad de intervención que tengan sus efectivos militares en aquellas regiones del planeta que son fuentes fundamentales de energía, ubicadas aquellas en el Tercer Mundo.

Sin intervención militar, en algunos casos, como el de Colombia, expresada en el apoyo directo tanto logistico como humano a las fuerzas armadas reaccionarias, en otros manifestadas, como ocurre en Georgia, en la preparación por parte de los norteamericanos de fuerzas militares locales capaces de cuidar oleoductos y campos extractivos, o con invasión directa, tal como acontece en Afganistán e Irak, es imposible, para el gobierno imperialista, garantizar un fluido suministro de energía para su país, que es el principal mercado mundial que consume éste producto.

Exaltando esta estrategia en la revista Quadrennial Defense se escribe que "Estados Unidos debe retener la posibilidad de enviar fuerzas bien armadas y con buen apoyo logístico a puntos críticos por todo el globo, incluso frente a la oposición del enemigo". Y los imperialistas se han preparado para ello. Desde que en 1980 Jimmy Carter ordenó conformar la Fuerza de Tarea Conjunta de Despliegue Rápido, transformada en 1983, por Ronald Reagan, en el Comando Central Estadounidense, y le otorgó estatus como importante fuerza de combate unificada, a semejanza del Comando Europeo, el Comando del Pacífico y el Comando Sur, que opera para América Latina, parte de las ocupaciones estratégicas de esas mega unidades militares son las de proteger el flujo de crudo hacia Estados Unidos.

Actualmente el Comando Central Estadounidense es la principal fuerza de elite usada para proteger los oleoductos, las refinerías y las instalaciones de exportación de crudo por todo Irak. Aun se acabe la guerra en ese país, esas fuerzas no se retirarán pues su misión es garntizar la extracción del crudo por las multinacionales y su libre flujo hacia los países capitalistas desarrollados. Pero el gobierno yanqui no se ha dedicado sólo a garantizar la salida del petróleo iraquí sino que ha convertida esta en una conducta global. Desde el gobierno de Bill Clinton ha extendido ese comportamiento a otras regiones que tienen yacimientos petroliferos en el mundo. En el Asia Central y en la región del Caspio actúa el Comando Europeo del ejército norteamericano, el mismo que vigila las aguas costeras del África Occidental, mientras el Comando del Pacifico vigila los corredores petroleros del Mar del Sur de China y las tropas del Comando Sur ayudan en la protección de los oleoductos en Colombia.

La crisis energética ha tocado las puertas del imperio. Ella se manifestó cuando, a principios de la presente década, ocurrieron grandes apagones en California y otros estados, como reflejo de la insuficiencia de crudo y gas natural. El apagón mostró que tan sensible es para la primera potencia mundial el problema del abastecimiento energético en el largo plazo, lo que ha llevado al gobierno de Bush al paroxismo.

En medio del absurdo, ese gobierno ha definido una política de importar masivamente petróleo, por primera vez en la historia de los Estados Unidos, más del 50% de su consumo total fue de crudo extranjero, eliminar toda norma ambiental que se oponga a la exploración, explotación y comercialización de hidrocarburos, abrir las zonas protegidas de su nación a la exploración petrolera, especialmente el Refugio Nacional Ártico de Vida Silvestre, amenazando aun más el frágil equilibrio ecologico del planeta, eliminar multiples restricciones a la perforación petrolera y a la construcción de refinerías, construir masivamente presas, incrementar la combustión de carbón y construcción de centrales de energía nuclear. Propone, además, construir 1.300 centrales de energía en todo el territorio norteamericano, cinco enormes refinerías, a un costo de 75 mil millones de dólares, 83.000 kilómetros de gasoductos y una red nacional de electricidad con 580.000 kilómetros de cable.

Tal política inevitablemente conducirá a un choque de grandes proporciones con pueblos, clases sociales, grupos étnicos, organizaciones sociales, ecologistas y personalidades democráticas del mundo.

Del abastecimiento de hidrocarburos depende el funcionamiento y la rentabilidad de las principales industrias estadounidenses. Sectores como el del automotriz, el transporte aereo y terrestre, la construcción, la petroquímica, y la agricultura sufrirán colapsos si hay escasez energética. También se verá amenazada seriamente su maquinaria de guerra pues tanques, aviones, helicópteros y embarcaciones, que son su columna vertebral, no podrán moverse sino hay un adecuado abastecimiento de petróleo. Por ello, no sin razón, Dick Cheney ha dicho que la energía es “la llave privilegiada de nuestra economía y de la de casi todas las otras naciones del mundo".

Para superar la mencionada crisis, el gobierno gringo ha colocado como actor principal la acción de los financistas y las multinacionales. Tal cosa puede suceder porque la influencia de las compañías petroleras sobre los legisladores estadounidenses, a través de contribuciones económicas para las campañas y presiones de todo tipo impiden cualquier opinión independiente por parte de estos. Con ello los magnates dueños de las compañías se aseguran más subsidios, exoneraciones impositivas y ventajas de todo tipo.

Pretenden así aumentar la monopolización, o sea, la mayor centralización de la producción y concentración del capital. Esta se ha venido acelerando en el mundo energético global mediante las megafusiones  de las grandes corporaciones, e incrementar la tasa de ganancia de los conglomerados, las cuales aun no les parece suficientes. Recordemos que en 2003, las cuatro empresas petroleras más grandes, Royal Dutch/Shell Group, BP Group PLC, Exxon Mobil Corp. y ChevronTexaco Corp., han obtenido ganancias conjuntas por 97 mil millones de dólares.

El ya mencionado informe Cheney dice que "Los inversionistas extranjeros y su tecnología son críticos para el rápido desarrollo de nuevas rutas comerciales de exportación viables". Es decir que la única forma de evitar el choque petrolero que amenaza a los Estados Unidos, es abriendole de par en par las puertas de los nuevos países proveedores foraneos de petróleo a las multinacionales.

Tal decisión hace de las transnacionales del petróleo las poseedoras de la llave de la economía, aun así los Estados Unidos continuen andando por el camino de depender más y más del petróleo extranjero, pues son las primeras las que controlan los yacimientos, la infraestructura y los mercados globales.

Y esos proveedores, diferentes a los del Golfo Pérsico, el mayor reservorio petrolifero del mundo, que posee más del 65% de las reservas petroleras del planeta, son los países ubicados cerca del Mar Caspio y en Asia Central, donde se encuentran situados Azerbaiján, Georgia, Kazajstán, Kyrgizstán, Turkmenistán, Tayikistán, Uzbekistán y partes adyacentes de Irán y Rusia, área que aloja reservas probadas -con 90% de probabilidad- que van de 17mil millones de barriles a 33 mil millones y reservas posibles -con un 50% de probabilidad- de 233 mil millones de barriles., los de África Occidental, Nigeria y demás países del golfo de Guinea y en Angola, que producen el 10% del crudo global, pero que, de acuerdo con los calculos del Departamento de Energía de los Estados Unidos, para 2020 su cuota subirá a 25%, y los de América Latina.

Lo importante para Bush y su circulo es garantizar que el crecimiento de la producción petrolera en las diferentes regiones dependientes se integre efectivamente al comercio mundial petrolero, en otras palabras, sirva al consumo norteamericano.

Ya el 40% de las importaciones petroleras de Estados Unidos vienen de nuestro subcontinente, mientras que tan sólo el 18% proceden del Golfo Pérsico. Por lo demás, Venezuela es el tercer proveedor más grande de Estados Unidos, después de Canadá y Arabia Saudita; México es el cuarto y Colombia el séptimo, país donde el Plan Cheney ordena aumentar la exploración petrolera.

A pesar de la dependencia creciente, el plan Cheney llama a incrementar significativamente las importaciones petroleras estadounidenses procedentes de América Latina, región que según Spencer Abraham, exsecretario de energía de Bush, jugará un papel crítico en la política energética de ese gobierno. Especial papel le asignan a Venezuela, país considerado vital porque posee enormes reservas de crudo convencional y aloja vastas existencias del llamado crudo pesado.

El gobierno norteamericano quiere desde ahora asegurar el flujo de 7,5 millones de barriles por día, que es el déficit calculado por el Informe Cheney para 2020   Y tiene dos salidas, que le parecen formidables: una, la liberalización de los mercados energéticos, cuyo significado es que los países dueños del recurso retiren los obstáculos políticos, económicos, legales y logísticos que impiden aumentar considerablemente la inversión de las multinacionales petroleras estadounidenses y el libre flujo del precioso liquido hasta las tierras del norte, y, otra, la intervención militar, o sea, custodiar con soldados los campos petroleros y los oleoductos. Ello ha generado y seguirá generando resistencia en diversas partes del mundo.

2. Unas Políticas Comunes

Las políticas de las multinacionales en el mundo están en gran medida determinadas por el Plan Cheney. La codicia de las petroleras hace que luchen por los yacimientos pero también por los mercados de consumo más importantes del planeta y el principal es el de los Estados Unidos. Las más grandes tienden a estandarizar sus políticas, como ocurre en Colombia con las fuertes, Chevron, BP, Oxy, Repsol y Exxon.

Oxy, BP y Repsol han acuñado políticas comunes para Colombia. Esas políticas tienen unos hilos conductores cuales son el saqueo de los recursos naturales, la violencia sistematica contra la población, implicando destrucción de las organizaciones sociales, asesinatos y persecución de su dirigencia, violación de los derechos humanos de las mayorías y destrucción de los grupos indígenas, , que les ha dejado enormes beneficios, la destrucción medio ambiental, la presión sobre el Estado oligárquico para que modifique sus políticas, plasmada en la flexibilización de los contratos de asociación, privatización de las empresas de energía, otorgamiento de ventajas fiscales a las multinacionales y entrega de más reservas petroleras o de gas a estas, la militarización de la vida de la sociedad, profundizada por la aplicación del Plan Colombia y por el apoyo directo dado por las petroleras a las fuerzas armadas reaccionarias, y la promoción de la corrupción. Examinemos rápidamente en que consiste el primer componente de esa política.

A. Saqueo de los Recursos Naturales

El petróleo y el gas son recursos naturales no renovables. Por tanto su extracción es definitiva y el país que consume sus reservas indefectiblemente no las recuperará, a no ser que encuentre nuevos yacimientos. Si se dedica a exportar irracionalmente su petróleo, como se ha hecho con Caño Limón, Cusiana y Cupiagua, formaciones que tuvieron unas reservas conjuntas que alcanzaron los 3.500 millones de barriles, pues en menos de quince años mega pozos se acaban. Un ejemplo de ello es que mientras la vida de los descubrimientos petroleros más grandes de Colombia no van a pasar de 30 años, la explotación de Cira Infantas, otro pozo gigante, hoy en poder de la Oxy, puede llegar a durar 100 años.

El ritmo de extracción ha sido tan fuerte, que según Ecopetrol, hasta 2002, la Oxy había extraído de Caño Limón 750 mil barriles de petróleo, mientras que la BP, en Cusiana y Cupiaga, había sacado 806 millones de barriles. Para la fecha, a ambos yacimientos se le habían sacado más de 2.500 millones de barriles y el valor de su producción era de más de 60.000 millones de dólares, suma casi equivalente de la deuda publica interna y externa más la deuda privada externa del país.

Sin embargo, el problema de la explotación no sólo es sacarle los recursos energéticos a un país como Colombia para exportarlos, sin pensar que éste necesita reservas crecientes para garantizar su futuro desarrollo, sino también saquearlo para que las multinacionales obtengan inmensas utilidades. Ello ha ocurrido con las explotaciones de Oxy, BP y, en menor medida, con Repsol.

Según proyecciones de Planeación Nacional los pozos del Casanare le habían dejado de ganancia neta a los asociados, BP, Total y Ecopetrol, hasta el año 2005, 17.274 millones de dólares. En el caso de Caño Limón esa suma era aproximadamente de 15.000 millones de dólares. Por otra parte, las ganancias de las petroleras en Colombia eran tan altas, que en el año 2006 estas se ganaron alrededor de 4.000 millones de pesos. La utilidad sobre las ventas de Oxy fue, en 2006, del 42%, algo extraordinario, mientras que la de BP fue del 32%. Por lo demás, Oxy obtuvo una ganancia neta de casi 423 millones de dólares en 2006, mientras que BP ganó neto 376 millones de dólares. Sumas fabulosas que hacen que se lucren enormemente con nuestro recurso, mientras los trabajadores, los campesinos, las poblaciones indígenas se quedan prácticamente sin nada. Si a esas inmensas sumas añadimos el tercio más que estas dos multinacionales evaden al vender el petróleo a un valor muy inferior del precio internacional, la ganancia neta real de Oxy se eleva a 498 millones de dólares. En el caso de BP esta llega a 445 millones de dólares.

3. Una Sociedad Non Sancta

La Oxy y Repsol son socios en diversos tipos de negocios. La Repsol se ha vuelto un comlemento de las actividades de Occidental en Colombia. La multinacional estadounidense, como ha sido su costumbre, vendió parte de sus derechos sobre el yacimiento de Caño Limón a la transnacional española. Después de readquirir la parte de la Shell, por medio de la compra de Colcitco, la cual convirtió en Occidental Andina, Oxy vendió, a través de Oxycol, el 6,25% de su propiedad a la transnacional española Repsol YPF. Esa operación al menos le reportó otros 150 millones de dólares. Con ese acuerdo, Repsol entró a participar, como socio minoritario del acuerdo de asociación Cravo Norte constituido entre Ecopetrol, empresa que tiene el 50%, y la Oxy, representada por sus subsidiarias, Occidental Andina, la cual posee el 25%, y Occidental de Colombia, que tiene el 18,75%. 

Actualmente Caño Limón es el segundo yacimiento más importante de Colombia, después de los del Casanare, conteniendo reservas superiores a los 200 millones de barriles y una producción diaria de 95’000 barriles. Aporta, además, aproximadamente el 30% de la producción nacional.

Otro es la venta de crudo para la exportación, que maneja también con su asociada Repsol. En efecto, para la comercialización en el exterior, Oxycol –sigla de Occidental de Colombia- vende la porción de la producción que le corresponde una subsidiaria de la Repsol Occidental Corporation. Repsol Occidental Corporation es una de las 70 subsidiarias controladas por OXY. Esta compañía tiene matricula en el estado norteamericano de Delaware y es propiedad en un 75% de Occidental Petroleum y en un 25% de la Repsol YPF.

Recordemos que Repsol, cuyos principales accionistas son los conglomerados financieros españoles, empezando por el pulpo bancario catalán La Caixa, que tiene el 31% de su propiedad, seguido por el Banco de origen Vasco, llamado Bilbao Vizcaya Argentaria, el cual posee el 9% y por la compañía energética castellana Iberdrola, con el 3,5% de las acciones, tiene una inversión creciente de capital norteamericano. Uno de los poseedores de acciones de esta compañía de esta última nacionalidad es el fondo de inversiones Brandes, que controla el 9,4% de su propiedad accionaria. Además, la compañía petrolera de origen español viene desarrollando una asociación creciente con Occidental Petroleum Corporation.

Con la adquisición de una parte de la propiedad de Caño Limón en 2003, Repsol compró una enorme responsabilidad sobre el genocidio cometido por la multinacional norteamericana contra la población del departamento de Arauca. También se asoció al etnocidio del que han sido victimas los pueblos Guahíbos y U´wa, a la destrucción ambiental originada por la explotación petrolera y al brutal saqueo de los recursos naturales nacionales agenciado por las compañías multinacionales. Por lo demás, se sumó a un proyecto contrainsurgente y de guerra extremadamente agresivo con la población civil.

Repsol YPF posee derechos mineros en Colombia sobre 8 bloques, 7 de los cuales son de exploración. Tiene bajo su control una superficie de 7.862 kilómetros cuadrados. Sus principales campos son Alea, ubicado en el departamento del Putumayo –donde tiene el 50%-, Ligia, en el cual tiene el 33.33% y Alcatraz, con el 33,33%. En Arauca tiene el ya mencionado Cosecha, cuya parte de propiedad es del 25%, San Miguel, Catleya, bloque que tiene 909 kilómetros cuadrados, en el cual posee el 50% de los derechos, que opera en asociación con ECOPETROL, y Capachos, donde posee el 100%. 

Repsol YPF, también es el más importante operador domiciliario de gas natural en el país a través de la empresa Gas Natural. Monopoliza la distribución de este producto en Bogotá, el altiplano cundiboyacense y la región oriental, contando con cerca de 1.5 millones de clientes

Si bien esta empresa ha firmado el Pacto Mundial 66, un pacto más de los tantos que ahora se inventan las empresas para posar que tienen de practicas empresariales éticas, sus actividades en Colombia se desarrollan en regiones donde operan abiertamente grupos paramilitares y hay más violaciones en el país a los derechos humanos de sus pobladores.

En el caso de Arauca ha establecido una alianza estrecha con la Oxy y con su proyecto de militarización de la sociedad departamental. Ha ayudado consistentemente a agudizar los conflictos en Arauca. Por ejemplo, su arribo coincidió con las primeras acciones paramilitares en la población de Tame, uno de los municipios donde hace exploración y explotación de petróleo, allí queda ubicado el bloque Capachos I, y con la agudización del conflicto armado en la región. Igual ha hecho en las zonas del Bajo y Medio Atrato, y el Medio y Alto San Juan, donde también ha habido abundante presencia paramilitar mientras hay exploración y explotación petrolera de Repsol.
Parte de sus actividades se llevan a cabo en el ancestral territorio del Pueblo U’wa. Tres pozos - Capachos, Caño Limón y Catleya- están ubicados muy cerca del actual territorio indígena, mutilado por el gobierno colombiano a propósito con el fin de sacar estas tierras de los resguardos para permitir la actividad de explotación de las multinacionales. Se calcula que en esta zona puede haber unas reservas potenciales de más de 200 millones de barriles de petróleo. Los contratos firmados entre ECOPETROL y Repsol para llevar a cabo estas exploraciones y explotaciones han tenido un carácter secreto, cosa que los U’wa han denunciado reiteradamente.

Con la exploración de Catleya, localizado entre los departamentos de Arauca y Boyacá, han tenido problemas similares. Allí los U’wa no aceptaron la consulta previa, la consideraron sólo un ejercicio informativo sobre la ejecución del proyecto, con lo que llevarla acabo era legitimar el despojo que hace el gobierno de su territorio. En mayo del 2005 se opusieron radicalmente al proyecto Siriri-Catleya declarando que su territorio no estaba en venta ni en negociación. La respuesta del Estado burgués fue declarar que los pueblos indígenas no tienen potestad legal para vetar el proyecto.


ORGANIZACIONES SOCIALES DE ARAUCA
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